Los miembros del Harley Davidson Club de Albacete llegaron poco a poco, cada uno con su propia máquina. Reconocen la moto de cada compañero solo por el sonido. El ruido de los motores era levemente ensordecedor pero al mismo tiempo único, como si cada moto tuviera su propia personalidad.
Gente con algo de experiencia ya, que no seguían al pie de las normas impuestas por la sociedad sobre la vida convencional y mantenían su propia actitud. No paraban de reír y hacer bromas, y se podía sentir el espíritu de camaradería en el aire.
Eran profesionales independientes, cada uno con su propio alter ego estudiado, y parecían tener una gran confianza en sí mismos y en sus habilidades. No era difícil imaginarlos recorriendo la carretera, sintiendo la libertad de la brisa en su rostro mientras viajaban hacia nuevos horizontes.
Cuando comencé a hacerles fotos, pude capturar la esencia de su personalidad en cada imagen. Cada foto tenía su propio sabor, como si pudiera sentir el sonido de las motos y el espíritu de camaradería que se respiraba en el aire.
Fue una experiencia increíble ver cómo cada motorista mantenía su propia identidad, mientras que al mismo tiempo formaban parte de un grupo unido por su amor por las motos. La sesión de fotos fue un reflejo de su individualidad y de la pasión que compartían por la libertad de la carretera.
En resumen, los motoristas de Harley Davidson eran una fuerza a tener en cuenta, llenos de personalidad y espíritu libre. Hacerles fotos fue una experiencia única que capturó su esencia en cada imagen, y dejó en mí una sensación de respeto y admiración por su actitud independiente y desafiante.
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